Uno de los primeros tipos de mineral que los coleccionistas suelen incorporar a sus colecciones son las “rosas del desierto”. Con este nombre popular se conoce a las agrupaciones de cristales de yeso lenticulares y afilados en sus extremos, que se entrecruzan y forman estructuras que recuerdan a una flor. Se suele encontrar en desiertos, siendo habitual su venta en mercadillos del norte de África. Habitualmente, los cristales de yeso atrapan granos de arena en su crecimiento y los incluyen en su estructura. Por eso, las rosas del desierto son más resistentes que los cristales de yeso sin este refuerzo arenoso. Mirando con una lupa se pueden ver los granos de arena. Las típicas rosas del desierto del norte de África tienen un color marrón-rojizo debido a los óxidos de hierro presentes en la arena. La forma y el color pueden variar según las condiciones en que se han agregado los pétalos de las rosas. Como vamos a ver en las rosas aragonesas, la forma, el color y la cantidad de arena es muy variable. La mayor parte de los aficionados tienen la idea que los minerales son algo antiguo, formado hace millones de años. Esto es cierto para muchos de ellos, pero hay otros realmente muy “jovencitos”, ¡incluso algunos que se están formando en la actualidad! Es lo que pasa con las rosas del desierto.
Por eso vamos a explicar brevemente como se forman. La “receta” es sencilla, pero hay dos cosas que no pueden faltar: la presencia de yeso cerca de la superficie y un clima árido. Por eso son típicas de los desiertos. En los momentos de humedad puntual (por ejemplo tras la lluvia), se produce una solución de sulfato de calcio que asciende por capilaridad a la superficie, que en el caso de los desiertos suele ser arenosa. La fuerte evaporación produce la cristalización del yeso en forma de rosas que el viento termina sacando a la superficie. Aragón es tierra de yesos (sin el duda es el mineral más abundante de nuestra región), y también de rosas del desierto. En las fotografías que nos han enviado nuestros colaboradores se pueden ver diferentes tipos. Algunos muy parecidos a las rosas del desierto del Sahara, otras formando unos agregados muy curiosos. Se suelen formar en relación con los yesos del Terciario, como las rosas que nos han enviado Sebastián Gargallo (Bajo Aragón), Miguel Calvo (diferentes localidades) o Eva Frago (Magallón). Pero también los encontramos en arenas del Pleistoceno, como el ejemplar que nos manda José Manuel Bescós, del entorno de Zaragoza. En las fotos se puede ver como algunos ejemplares carecen aparentemente de arena (cuando han crecido en un sedimento con un grano muy fino), pero otros ejemplares tienen un grano visible a simple vista.
Si conocéis lugares donde se formen rosas del desierto en Aragón, nos encantaría que nos lo contaseis. Y si tenéis algún ejemplar para donar al Museo ¡tanto mejor! El contacto es museonat@unizar.es