El Monumento dedicado a Juan Lanuza, el último Justicia de Aragón se encuentra en la Plaza Aragón de Zaragoza, siendo una de las esculturas más conocidas de la ciudad. El proyecto de Félix Navarro es de 1887 y fue inaugurado oficialmente el 22 de octubre de 1904. La roca negra (caliza de Calatorao) de la parte baja esta algo deteriorada, pero si nos fijamos en el pedestal del monumento podemos ver que la roca está inalterada. ¿Qué roca usó Félix Navarro para que se conserve con esta calidad?. La respuesta está en lo que escribió el propio Félix sobre la elección de la “Piedra de Codos” y como fue la extracción. Lo reproducimos porque nos parece un documento bien interesante de una cantera olvidada y que no tiene desperdicio.
“Parece propio del caso servirse en lo posible de materiales de Aragón para este Monumento; pues ni hemos de desdeñar lo propio por serlo, ni tampoco eludir el deber de realzarlo si lo merece. La materia principal de la obra será un pórfido diorítico verde, desconocido aún para el arte, y cuya roca, estudiada para estos efectos, ofrece excepcionales condiciones. Es más duro que el buen granito, pues raya a los del Pirineo y Guadarrama, excediéndoles asimismo en compacidad, porque pesa el metro cúbico unos 2.900 kilogramos, cuando aquéllos escasamente llegan á los 2.700, y ni aún el celebrado mármol de Paros le iguala en esta cualidad preciosa, por cuanto no pasa de 2.800. De su textura, aspecto y demás propiedades, puede juzgarse por su piedra labrada que figura en el muestrario de materiales de la provincia con el nombre de Diorita (Codos, partido de Daroca)”
También nos cuenta como fueron las obras de extracción
“Firmáronse los contratos con el albañil y con el cantero y ya en 1.º de Julio comenzóse en Codos la preparación de la cantera. Cumplir con el ajuste de la obra de piedra era de verdad difícil y sólo con muy buena voluntad pudo lograrse lo hecho. La piedra dura de Codos es de masa cerrada, de formación ígnea y sin más deterioros en el monte que el superficial de las quiebras sufridas por el mineral cuando se enfrió”.
“La piedra, apenas si presenta suavizadas las aristas de alguna rotura accidental y lavada por las aguas del riachuelo Tobed. en cuyo álveo se ve con toda limpieza, ofrece un hermoso color verde, y desde luego, al observador técnico, todo cuanto allí nota, le prueba hallarse delante de un material de los más monumentales. Lo explotado está junto al asiento firme de toda la villa de Codos, en el único lugar donde no había que expropiar cosa alguna: sitio muy angosto, donde el sol canicular hería de veras por acaecer en hondonada, junto al mismo río. Sus aguas clarísimas y frescas eran el único alivio de los pobres canteros”.
“La extracción de bloques tenía que hacerse por filas de taladros espesos y de muy gran profundidad, hechos a fuerza de brazo, y dos hombres a la vez manejaban cada barra cincel en rítmico golpear horas y horas y el acero de la herramienta abrasaba por el sol y el vibrar del trabajo. Sin duda ninguna, de la necesidad se hace virtud: pero aquella rudísima labor de taladrar diorita, da idea del inmenso poder de la voluntad, más dura que las más firmes rocas y que los metales; pues cuenta con vencerlos siempre que realmente quiere. Quien sienta humanidad y conozca estas cosas, no podrá menos de simpatizar hondamente con los más humildes obreros, base efectiva de toda la social pirámide. Págueseles en bue hora el mayor salario que se pueda en cada ocasión (que bien lo ganan), pero además estímese á quien de buena fe secunda las empresas colectivas, sin dificultarlas, como aquí ha sucedido, con ningún censurable egoísmo; y á ello contribuyó también, además de la natural honradez, habitual en quien acepta su vivir trabajando mucho, la persuasión de que cooperaban á perpetuar una gloria aragonesa. Cuando todos los expertos en obras declaraban en Zaragoza la imposibilidad material de lograr ésta en el tiempo requerido, los maestros canteros, saturados del sano espíritu de sus talleres (de la cantera y de aquí), aseguraban tranquilamente al arquitecto: ¡No tenga cuidado por nosotros!”
“¡Llegaremos! No faltaba más, tratándose de lo que se trata… Si fuera para otra cosa, no nos hubiéramos comprometido! Y en efecto… aun habiendo mediado en el período crítico un incidente bien adverso, se llegó. El incidente fue, que después de logrado con la mayor pericia arrancar un gigantesco bloque de unos treinta metros cúbicos ó noventa toneladas de peso, que prometía dar más de lo necesario al fin de nuestra empresa, al trocear se vio que el bloque estaba erugido y apenas si dio importante provecho. Además, al llegar Septiembre, los carros de la región distrajéronse para faenas agrícolas y la última piedra considerable, extraída en 30 de Septiembre, hubo de ser cargada en un camión remitido á Codos, desde donde vino así directamente á Zaragoza (esa piedra era la del capitel de la columna, de unas tres toneladas de peso). Todas las demás piedras se acarrearon hasta la estación de vía férrea de Morata, distante unos 36 kilómetros de la cantera. Y con todo eso, se llegó al tiempo fijado, según nos propusimos”
Toda la información sobre la construcción del Monumento del Justiciazgo se puede consultar en la publicación de Félix Navarro publicado en 1905.